Existen
millones de especies animales y dentro de estos hay miles de especies de
mamíferos y doscientas especies de primates. La especie humana pertenece a uno
de los doscientos tipos de primates, pero se ha categorizado a sí misma como
superior y en oposición a millones de otras especies a las cuales ha agrupado
no sólo como animales – lo adecuado sería otros
animales- sino como bestias, un término con connotaciones negativas. Esta diferenciación basada en argumentos
filosóficos occidentales, que después serian adoptados por las religiones
judeocristianas, ha permitido el sometimiento, la opresión, la esclavitud y
la matanza de millones de otros
animales.[1] Desde
Platón y Aristóteles pasando por San Agustín y Tomas de Aquino, Descartes y
Kant, hasta algunos círculos filosóficos actuales, se ha considerado a los
individuos humanos como fundamentalmente diferentes a los pertenecientes a
otras especies animales.
El filósofo David Livingstone Smith argumentó
en el 2013 que clasificar organismos como humanos no es un ejercicio moral inocente en un juego de descripción
taxonómica. Atribuir humanidad conlleva un peso moral inmenso y negarla a una
criatura disminuye su estatus moral. El estatus moral ha sido un prerrequisito
para la creación de marcos morales y legales que protejan a grupos de personas
humanas de matanzas, torturas y esclavitud. La deshumanización es una
característica común de la guerra, genocidio, esclavitud y otras atrocidades.
Su propósito, en palabras de Livingstone Smith, es desinhibir la violencia en contra del grupo deshumanizado a través
de la exclusión del universo de obligación moral. El experto en derechos
animales Gary Francione, concluyó en el 2010, que al negarles la consideración
moral a los otros animales, los humanos
no tienen obligaciones morales ni legales que les deban directamente a los
animales. Es esto lo que ha legitimado, legalizado y hecho moralmente
aceptable el exterminio y el régimen de esclavitud que los hombres han desatado
e impuesto contra los otros animales.
El
exterminio de los otros animales es manifiesto en la extinción voluntaria
contra cientos de especies que han sido catalogadas como peligrosas para los
humanos- tales como lobos, jaguares, tigres, serpientes, coyotes, entre otras- o aquellas cuyos cuerpos han sido considerados como ornamentales o
medicinales – colmillos de elefantes;
cuernos de rinocerontes; aletas de tiburones; penes de tigres; bilis de osos luna; sesos de
monos; manos de gorilas; pieles de cebras, leones, ciervos, etcétera- o las que
han sido cazadas para consumo humano hasta la extinción tales como los bisontes
en las planicies de Norteamérica o la población de la ballena gris en el
atlántico.
Pero
también existe el exterminio que, si bien no es voluntario, es el reflejo de la
visión de homo sapiens como un ser
distinto y superior al resto de los animales. La implacable expansión de la
población humana y el desarrollo continúan destruyendo el hábitat de cientos de
animales salvajes. La población humana se ha duplicado desde la década de los
sesenta mientras que la población de los animales salvajes ha caído en un
tercio. Las especies más afectadas han sido las de agua dulce pero también se
han registrado graves conflictos entre poblaciones humanas y de elefantes,
tigres y otros primates. Los orangutanes están siendo llevados a la extinción
por el creciente consumo de aceite de palma mientras que las abejas y abejorros
están a punto de desaparecer- y con ellos la vida en la tierra- por el uso de
insecticidas.
Vivimos
la sexta extinción masiva en la historia del planeta sólo que esta es producto
del hombre. El promedio de especies vertebradas que se han perdido en el último
siglo es cien veces mayor que el ocurrido en toda la historia anterior. Sin la
intervención de homo sapiens el
número de especies que se extinguieron en el siglo veinte hubiese tardado entre
800 y 10, 000 años en desaparecer.
De
acuerdo a varios estudios científicos publicados en Science y en WWF los ritmos de extinción de la biota en los últimos
años no tienen precedente en la historia humana y son totalmente inusuales en
la historia de la tierra. La sociedad de homo
sapiens ha destruido especies a una gran velocidad iniciando una extinción masiva sin paralelo
en la historia anterior a su aparición. En tiempo humano la pérdida de la
biodiversidad, según los expertos Ceballos, Pringle y Barnosky, será permanente
debido a que en extinciones masivas anteriores a la tierra le tomo de cientos
de miles a millones de años volver a diversificarse.
Si
bien es cierto que los esfuerzos para parar esta sexta extinción masiva
requieren un accionar rápido para conservar las especies en peligro de
extinción, recuperar los hábitats, terminar con la sobreexplotación de los
otros animales y sus medios ambientes; lo fundamental es lograr un cambio en la
jerarquía moral. Homo sapiens debe
aceptar que es una de las millones de otras especies que cohabitan en la tierra
y no un ser jerárquicamente superior que somete y domina a las otras especies. Es
necesario ver que los otros animales al igual que homo sapiens son sujetos de derechos morales básico tales como la
vida y la libertad.
El
aceptar un marco moral, como el propuesto por el filósofo Kymlicka, en el que
las otras especies animales son poseedores de ciertos derechos inviolables es
la única ventana de oportunidad que tenemos para tratar de minimizar los
efectos de la sexta extinción masiva. Esa ventana de oportunidad se está
cerrando rápidamente.