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La
humanización de homo sapiens.
Existen
millones de especies animales y dentro de estos millones hay miles de especies
de mamíferos y doscientas especies de primates existentes. La especie humana
pertenece a uno de los doscientos tipos de primates. Aun así, la especie homo sapiens se ha categorizado a sí misma
como superior y como algo aparte en
oposición a millones de otras especies a las cuales ha agrupado no sólo como
animales – lo adecuado sería otros
animales- sino como bestias, un término con connotaciones negativas
(Corbey, 2013. Race and species
in the post-World War II United Nations discourse on human rights. Párrafo
7 Kindle edition). Esta diferenciación
basada en argumentos filosóficos occidentales ha permitido el sometimiento, la opresión,
la esclavitud y la matanza de millones
de otros animales.[1]
Desde Platón y Aristóteles pasando por San Agustín y Tomas de Aquino, de
Descartes a Kant hasta algunos círculos filosóficos actuales se ha considerado
a los individuos humanos como fundamentalmente diferentes a los individuos
pertenecientes a otras especies animales.
El
filósofo David Livingstone Smith argumenta que clasificar organismos como
humanos “no es un ejercicio moral inocente en un juego de descripción
taxonómica. Atribuir humanidad conlleva un peso moral inmenso y negarla a una
criatura disminuye su estatus moral” (Livingstone Smith, 2013. Indexically
yours. Párrafo 8 Kindle edition). El estatus moral ha sido un prerrequisito para
la creación de marcos morales y legales que protejan a grupos de personas
humanas de matanzas, torturas y esclavitud. La deshumanización es una
característica común de la guerra, genocidio, esclavitud y otras atrocidades.
Su propósito, en palabras de Livingstone Smith, es “desinhibir la violencia en
contra del grupo deshumanizado a través de la exclusión del universo de
obligación moral” (Livingstone Smith, 2013. Indexically yours. Párrafo 14 Kindle
edition). Al negarles la consideración moral a los otros animales, Gary
Francione, afirma que “los humanos no
tienen obligaciones morales ni legales que les deban directamente a los
animales”[2]
(Francione, 2010: Animal Welfare. 6ta parte párrafo 4to., Kindle edition). Es
esto lo que ha legitimado, legalizado y hecho moralmente aceptable la guerra de
exterminio y el régimen de esclavitud que los hombres han desatado e impuesto
contra los otros animales.
La
humanización del homo sapiens y la
deshumanización de los otros animales puede ser resumida en el pensamiento de
Emanuel Kant quien en 1708 aseveró que “los seres humanos son diferentes en
rango y dignidad de las cosas tales como los animales irracionales, a los
cuales uno puede tratar y disponer a discreción” (Kant 1974. p. 9). Siete años
después en Fundamentos de la Metafísica
de las Costumbres planteó que “los animales no humanos sólo poseen un valor
relativo, como medios y, por lo tanto, son llamados cosas en contraste a las
criaturas que son clasificadas como seres humanos, que son fines en sí mismos”
(en Livingstone Smith, 2013. Indexically yours. Párrafo 14 Kindle edition).
Casi trescientos años después y tras miles de investigaciones científicas a lo
largo de estos siglos el connotado biólogo Mark Bekoff plantea que “no hay
especies inferiores ni superiores sino que los humanos hacen esa diferenciación
porque les sirve y les facilita la vida cuando deciden quien vive y quien muere”
(Bekoff; 2012:9). En esta misma lógica Carl Sagan y Ann Druyan escribieron “es
esencial una nítida distinción entre los
humanos y los animales[3]
si vamos a doblegarlos a nuestra voluntad, forzarlos a trabajar para
nosotros, usarlos como ropa y comerlos sin culpas o remordimientos” (Sagan,
1992). Su perdida, dolor y muerte no tiene ninguna consecuencia para los
humanos porque no son como ellos. Charles Darwin escribió “no nos gusta
considerar como iguales a aquellos a quienes hemos hecho nuestros esclavos: los
animales” (citado en Patterson, 2002: 25).
[1] Según cifras de la FAO para el año 2007 el
número de animales muertos para consumo humanos fueron: 50.000 millones de pollos; 2.715 millones de patos; 1.388 millones de
cerdos; 1.169 millones de conejos; 648 millones de gallinas; 635 millones de
pavos; 564 millones de ovejas; 402 millones de cabras; 301 millones de bovinos;
57 millones de otras aves; 23 millones de búfalos; 10 millones de perros; 5
millones de caballos; 1,5 millones de camellos. A estas cifras hay que agregar
122 millones de toneladas de peces y 760 millones de litros de leche. Ver http://www.fao.org/search/en/?cx=018170620143701104933%3Aqq82jsfba7w&q=number+of+livestock&cof=FORID%3A9&siteurl=www.fao.org%2Feconomic%2Fess%2Fess-trade%2Fen%2F&ref=www.fao.org%2Feconomic%2Fess%2Fess-home%2Fen%2F&ss=10927j6433327j33&x=0&y=0. A estas cifras hay que agregar los millones de
animales que son cazados y otros cientos de miles que son usados en
experimentos a nivel mundial.
[3] El énfasis es de los autores.