Yo he estado en el patio de caballos de la plaza de toros de Madrid una tarde de corrida. Yo he visto a los monosabios hundir sus manos en el sangriento vientre de los caballos para rellenar con estopas las tremendas heridas. Un incesante dolor corría por las patas de los infelices animales, y sacudían su lomo y su cola mutilada al temblor de un sufrimiento horrible. La sangre goteaba dificilmente a través de los punados de hebras enrojecidas. Después, para reanimar a la bestia moribunda, arrojaban contra ella el agua de un balde y la víctima del largo martirio volvía a vacilar bajo el peso del picador, y tornaba al ruedo.
Wenceslao Fernández Flores
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eso seria en 1900 cuando no usaban petos los
ResponderEliminarcaballos, si quieres ver crueldad ve al antirabico o al rastro mas cercano, deja de comer carne, vuelvete eunuco y avientate de un puente para que seamos menos en este mundo, sin ti