lunes, 1 de agosto de 2011

Desidia

Los días y noches pasan y yo continuo sumergiéndome en un marasmo de dolor que me impide escribir. Es invierno una vez más en Chile y decenas de perros de la calle a la intemperie y con hambre me parten en dos. Prometí no sacar a ningún perro más de la calle tras los incidentes en el parque bicentenario que llevaron a que la municipalidad retitara a los perros de allí. Chocolate y Violeta están en un refugio y Oso el chow chow dulce y paciente se quedó a vivir en casa del veterinario de mis perras. Siento una rabia profunda por todas estas mujeres de un país que no es el mío que se declaran "animalistas" y que en su afán de ser buenas para lavar sus culpas y cánceres deciden "alimentar a los perros de la calle'" y lo pregonan a los cuatro vientos. El resultado es que el orden tácito que existía entre las autoridades y los que alimentábamos a los perros se rompe por la irrupción de "estas buenas mujeres"que gritan que son buenas ergo alimentan a los perros ergo los perros que no existían ante los ojos ofiiciales de súbito existen y tienen que ser retirados....Alguna vez he dicho lo mucho que me incomoda vivir aquí? son arribistas, ignorantes y con una culpa tan grande que buscan a toda costa ser buenos y tan de clase alta y no saben que la educación se mama y que a nadie le importa si son de aquí o de allá que sólo los actos validan pero eso está muy lejos de este país de mentiras, de quiebres ideológicos que no han sido zanjados, de una cultura o civilización milenaria inexistente, de desaparecidos que no han sido encontrados, de izquierdas que se han movido a la derecha, de una derecha pinochetista que no encuentra resquemor alguno en serlo al contrario siguen creyendo en lavines y chadwiks, de torturados que siguen avergonzados por haber sido perseguidos por su pensamiento, de minorías religiosas inexistentes ante la mayoría católica que se pasa por el arco del triunfo a las otras fes, de minorías sexuales que son vistos como degenerados, de un pueblo mapuche que sigue siendo humillado y negado, de gente que piensa que ser culto se compra y que por ende discrimina y ve como algo de caridad a los seres no humanos. De un pueblo que en pleno siglo XXI niega del mestizaje y se aterra de pensar que todo latinoamericano tiene sangre india y negra y española y por ende mora y roma. De un catolicismo recalcitrante que a mis hermanos educados con los legionarios originarios escandalizaría y a uno de ellos haría morir de un ataque de risa por ser tan nacos e ingenuos.Recordando que ese mi hermano fue uno de los niños de FAS y candidato favorito a ser sacerdote legionario cuando en este país de arribistas ni siquiera existían los legionarios.
De personas que se esfuerzan en hablar el inglés cuando ni siquiera hablan el castellano, el país de la intolerancia absoluta y de la menor historia y cultura de Latinoamérica. Cómo hacerle entender a estas mujeres que a los no humanos se les defiende y cuida y protege no por ser buenas en una penitencia para redimir los cánceres sino que es un acto de justicia, de ética elemental?
Mi desidia es grande y me terror de seguir inmersa en esta tierra es mayor pero aún así he encontrado la forma de romper mis promesas y ahora me encuentro cuidando y amando a Tara y a Shiba, una hembra mestiza y un labrador amarillo puro cuya lealtad y amor profundo entre ellos contribuyen enormemente a que encuentre la felicidad en estas tierras del fin del mundo donde encuentro lejano el pensamiento de Singer  y la tolerancia y el amor por el otro.
Mi desidia es grande y mi capacidad de salir de ella se encuentra aletargada pero ese amor y esa dignidad con la que viven Tara y Shiba me obliga a escribir una vez más y a prometer que llenaré cada uno de esos días en los que no he escrito durante este invierno en el fin del mundo.

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