La explotación animal nos rodea. A pesar de que muy pocos de nosotros estamos dispuestos a ejercer actos violentos contra animales de forma directa, muchos de nosotros dejamos que otros ejerzan esa violencia por nosotros. Pedirle a otros que hagan nuestro trabajo sucio no nos exculpa. Si realmente somos serios con respecto a la justicia, la igualdad y proteger a los más débiles, es necesario reconocer que le debemos mucho a los animales quienes sufren sin voz entre nosotros. Vivir una vida de abolición, el rechazar la abyecta explotación de los animales y dejar de consumir los productos que ellos sufren al producir - carne, huevos, productos lácteos así como productos marinos- es un proyecto relativamente simple. Es mucho más fácil que luchar contra el clasista, el racista y el sexista que todos llevamos dentro. Si nuestro compromiso con la justicia es serio es imperativo que luchemos contra el especista que tenemos dentro de nuestras cabezas.
miércoles, 13 de abril de 2016
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