domingo, 11 de octubre de 2009
Alexander Pope: Sobre nuestra responsabilidad hacia los débiles.
El poeta inglés Alexander Pope (1688-1774) en su ensayo Sobre la Crueldad hacia los Animales escrito en 1713 afirma que "no creo extravagante el imaginar que la humanidad es igualmente - por decir lo menos- responsable por el mal uso que ha hecho de su dominio sobre las criaturas de mas bajo rango - animales- que por el ejercicio de la tiranía sobre miembros de su misma especie. Entre más sumisa a nuestro poder sea la creación inferior es mayor nuestra responsabilidad y mayor nuestra culpa por el daño que les hayamos causado".
Pope escribe que los animales mas fieros y que por lo mismo poseen mayor capacidad para lastimar al hombre naturalmente evaden a la humanidad y solo atacan por hambre o porque los hombres los hayan provocado. Sin embargo es el hombre él que busca y persigue al animal más débil y manso con el único propósito de perseguirlo y destruirlo.
Pope continua "Montaigne en sus reflexiones sobre la naturaleza humana concluye que pocas personas gozan al ver a las bestias jugar pero todos los hombres gozan espectáculos en el que las bestias se atacan. Me avergüenza que este tipo de actos cruentos sean parte de nuestro ser nacional, peleas de gallos, ataques a osos por perros entre otros. Nos rehusamos a vindicar cualquier forma de destrucción de la vida sin embargo criamos a nuestros hijos en una cultura que permite el asesinato de los animales. También les permitimos que incurran en juegos en los que se torturan y maltratan a los animales. En la medida que aprendemos el valor de nuestras vidas y reflexionamos sobre eso incurrimos en deportes que implican quitarle la vida a otros seres tales como la cacería.
Si nuestros deportes son sanguinarios y destructivos, nuestra glotonería es peor y mucho más inhumana. Langostas rostizadas vivas, cerdos golpeados hasta la muerte, aves de corral cosidas, son testimonio de nuestros lujos escandalosos. Aquellos que ( como Séneca expresa) dividen sus vidas entre una conciencia ansiosa y un estómago nauseabundo encuentra la recompensa justa a su glotonería en las enfermedades que adquieren por comer seres vivos.
No sé de algo más sórdido y horrible que una cocina cubierta de sangre y llena de los llantos de criaturas que expiran a causa de torturas. Es igual que un calabozo lleno de cabezas decapitadas y de miembros amputados por la crueldad de un verdugo.
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