La doctrina de la santidad de toda vida humana y la seriedad con que se toma el hecho de dar muerte a cualquier miembro de nuestra especie, son una marca distintiva de la ética cristiana y de nuestra tradición cultural. Por supuesto, han existido culturas para las que toda vida, o al menos toda vida sentiente es sagrada y en las que ha estado prohibido quitar la vida del homo sapiens; también han existido otras culturas que se han cuidado tan poco como la tradición cristiana de la vida de los animales no humanos, aunque sin mostrarse tan escrupulosas respecto a la vida de todos los seres humanos; mas la tradición cristiana destaca sobre todas por la rigidez de su línea de separación entre los miembros de nuestra especie y todos los demás seres.
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